Los españoles no dormimos las horas suficientes ni con la calidad adecuada. Es la principal conclusión del estudio elaborado por la Asociación de Consumidores y Usuarios (OCU), del que se desprende que el 71% de los españoles tiene una mala calidad del sueño.
El estudio se basa en una encuesta a 900 personas sobre hábitos y costumbres del sueño de los españoles. Según la investigación, en España se duerme una media de 6:59 horas. El 36% de los encuestados duerme entre 6:30 y 7:29 horas. Un 26% duerme entre 4:30 y 6:29 horas y un 3% reconoce que duerme menos de 4:30 horas. Datos que señalan que los españoles no dormimos todo lo que sería recomendable.
Pero tampoco lo hacemos con la calidad adecuada. Un 57% de los encuestados señala que al menos una vez por semana se despierta en medio de la noche o antes de la hora, mientras que un 38% reconoce que no puede conciliar el sueño en la primera media hora. Las causas de estas alteraciones tienen que ver sobre todo con nuestra vida cotidiana, como problemas en el trabajo, estrés o ansiedad o debido a problemas económicos.
Para evitar el insomnio y propiciar una buena calidad del sueño os recomendamos en estas líneas una serie de hábitos para dormir bien:
- Evitar el consumo de estimulantes, alcohol, fumar o las comidas copiosas antes de dormir.
- Llevar una rutina relajante antes de dormir para facilitar el sueño.
- Mantener un ambiente adecuado, reducir al mínimo el ruido y la luz que entre en el dormitorio y evitar las temperaturas elevadas.
- Evitar si es posible mirar la televisión y el uso de tablets o móviles en el dormitorio.
- En caso de tener problemas para conciliar el sueño, evitar las siestas. Es bueno practicar ejercicio físico unas horas antes de irse a la cama, aunque este no debe ser demasiado intenso porque podría tener el efecto contrario.
- Cuando una correcta higiene del sueño no es suficiente para mejorar la calidad del sueño, conviene acudir al médico. Puede ser útil llevar un diario en el que se hayan anotado de forma detallada todos los problemas que se han presentado.
- El uso de fármacos para dormir debe ser limitado en el tiempo, debiendo valorarse la conveniencia de recurrir en su lugar a técnicas de respiración, relajación o psicoterapia.
- La existencia de problemas de orden respiratorio o cardiovascular que perturben el sueño o los casos de somnolencia aguda durante el día deben ser resueltos mediante el tratamiento médico adecuado.