España es uno de los paises de la Unión Europea donde se fabrica más cosmética falsificada. Y es que, como consecuencia de la crisis y de la disminución del poder adquisitivo, muchas personas optan por comprar productos falsificados, sin ser plenamente conscientes de los riesgos que comportan para su salud. Además de ser de una bajísima calidad, las falsificaciones pueden contener cantidad de sustancias peligrosas y tóxicas para la piel, que pueden provocar desde rojeces, pequeñas irritaciones o picores a otros daños más serios, como dermatitis, infecciones oculares, alergias o manchas. Al no estar sujetos a los controles sanitarios legales, los cosméticos falsificados carecen de números de registro sanitario, ni se han testado antes de su comercialización, ni se controlan antes, durante y después del proceso productivo.
Estudios realizados han demostrado concentraciones peligrosas de plomo, arsénico y cadmio en productos de imitación como sombras de ojos, delineadores, bases o máscaras de ojos; la presencia de orina de caballo en frascos de perfumes falsificados o pequeños insectos en pestañas postizas o en las cerdas de algunas brochas de maquillaje. Componentes que en dosis no controladas pueden entrañar daños como insuficiencia renal, en el caso de la exposición al cadmio, o intoxicaciones y lesiones en los ojos o incluso afectar al sistema nervioso central en el caso del plomo.
Para saber si un cosmético puede ser falso se deben tener en cuenta varios indicadores, como el precio más bajo que el producto original; su comercialización en puntos de venta o webs no autorizadas o la falta de información sobre su elaboración en el envase o las características propias del producto, cuyo olor o color puede diferir del original.